Riaño está en la provincia de León, en plena Cordillera Cantábrica. Aquí, el paisaje lo dominan las montañas escarpadas, los embalses y los bosques que cambian de color con las estaciones. La construcción del embalse en los años 80 transformó la zona, y aún hay quienes recuerdan cómo era el valle antes de quedar sumergido. Aun así, Riaño sigue siendo un rincón auténtico de montaña, con su aire puro y su gente acostumbrada a convivir con la naturaleza.
En los alrededores hay pueblos que sorprenden, cada uno con su personalidad. Algunos guardan castillos, otros parecen perdidos entre montañas, y en todos se respira esa calma que solo se encuentra en los pueblos de la España rural. Y, como es habitual por aquí, se come con contundencia: un buen cocido leonés o una ración de cecina nunca fallan.
Pueblos bonitos cerca de Riaño que parecen sacados de un cuento
Cervera de Pisuerga
Si buscas un pueblo con encanto de montaña y buena gastronomía, Cervera de Pisuerga no decepciona y es uno de los pueblos bonitos cerca de Riaño que debes visitar. Está en plena Montaña Palentina y conserva esa esencia de los pueblos castellanos de toda la vida, con plazas tranquilas, casas blasonadas y soportales donde sentarse sin prisas.
El punto más llamativo es la iglesia de Santa María del Castillo, con su impresionante retablo renacentista. Pero si te interesa conocer cómo era la vida en la montaña hace décadas, pásate por el Museo Etnográfico Piedad Isla, donde se guardan objetos cotidianos que cuentan historias sin necesidad de palabras.
Lo mejor, sin embargo, está fuera del pueblo. Desde aquí se puede llegar al embalse de Requejada, un lugar perfecto para dar un paseo al atardecer, o visitar el Roblón de Estalaya, un roble con más de 800 años que sigue resistiendo el paso del tiempo. Y si te animas a una buena caminata, los picos Curavacas y Espigüete te esperan con vistas espectaculares.
Almanza
Almanza es de esos pueblos que parecen sacados de una novela medieval. Su castillo del siglo XII, con su torre del homenaje aún en pie, recuerda la importancia estratégica que tuvo este lugar en el pasado. Desde las alturas, el paisaje de campos y montes parece no haber cambiado en siglos.
Pasear por el casco antiguo es como viajar en el tiempo. La iglesia de San Juan Bautista, con su robusta estructura de piedra, y las casas solariegas con escudos nobiliarios hablan del pasado noble del pueblo. Si vas en agosto, el mercado medieval transforma las calles en un bullicioso espectáculo de puestos de artesanía, comida y actuaciones.
Y si lo tuyo es caminar, los alrededores del pueblo están llenos de bosques de robles y encinas, perfectos para desconectar del ruido y perderse entre senderos solitarios.
Mogrovejo
Mogrovejo es el típico pueblo donde el tiempo parece haberse detenido. Calles de piedra, tejados de pizarra y un aire de calma que envuelve cada rincón. No es casualidad que haya sido declarado Conjunto Histórico.
Su emblema es la Torre de Mogrovejo, una fortificación medieval del siglo XIII que domina el paisaje. A su alrededor, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y varias casonas tradicionales completan la postal perfecta.
Pero lo mejor de este pueblo no es solo su arquitectura, sino su ubicación. Desde aquí salen rutas que llevan a los Picos de Europa, atravesando praderas, bosques y miradores con vistas espectaculares. Y si hay algo que no se puede dejar pasar, es probar los quesos artesanales de la zona, con ese sabor fuerte y auténtico que solo se encuentra en los pueblos de montaña.
Mogrovejo es otro de los pueblos bonitos cerca de Riaño que merece la pena visitar y hacerse fotos.
Potes
Potes es el alma de Liébana, un pueblo con vida, movimiento y mucho carácter. Sus calles empedradas, sus puentes medievales y sus casas con balcones repletos de flores hacen que siempre haya algo que mirar.
El edificio más icónico es la Torre del Infantado, una fortaleza del siglo XIV que hoy acoge exposiciones sobre la historia de la comarca. Pero más allá de los monumentos, lo que realmente atrapa en Potes es su ambiente: los bares y restaurantes siempre están llenos de conversación, especialmente los días de feria, cuando el olor a cocina casera lo inunda todo.
Si tienes tiempo, merece la pena acercarse al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, un lugar de peregrinación donde se conserva un fragmento del Lignum Crucis. Y si vas con hambre, el cocido lebaniego es un plato que no decepciona: contundente, reconfortante y perfecto para recuperar fuerzas después de una caminata por los alrededores.
Soto de Agues
Si buscas un pueblo rodeado de naturaleza, Soto de Agues es una apuesta segura y debe estar en tu itinerario de pueblos bonitos cerca de Riaño a visitar. En pleno Parque Natural de Redes, es el punto de partida de una de las rutas más bonitas de la zona: la Ruta del Alba.
Este sendero sigue el cauce del río entre desfiladeros, bosques y cascadas, con zonas donde el agua es tan clara que se refleja el cielo como un espejo. Es un recorrido sencillo, ideal para cualquier época del año.
El pueblo en sí también tiene su encanto: casas de piedra con balcones de madera, hórreos centenarios y un ambiente tranquilo donde parece que nada ha cambiado en décadas. Y si te apetece probar algo típico, la sidra natural y el queso Casín son dos aciertos seguros.
Para seguir explorando
Si después de estos pueblos aún te queda energía, hay más rincones que merecen la pena. Peñalba de Santiago, con su iglesia mozárabe en un entorno espectacular, Prioro, con su arquitectura tradicional leonesa, o Caín de Valdeón, punto de inicio de la famosa Ruta del Cares, son solo algunas opciones.
En esta parte de la Cordillera Cantábrica, cada camino es una historia, cada pueblo tiene algo que contar y cada plato sabe a tradición. Solo queda decidir el destino y echarse a la carretera.