Girona es esa provincia que muchos pisan camino a Francia o Barcelona… sin saber lo que se están perdiendo. Porque esta esquina del mapa, entre el mar y los Pirineos, no solo tiene calas de postal y pueblos de piedra; tiene carácter. Aquí no todo es “turismo rural” con mantita y chimenea.
También hay historia, ruinas grecorromanas, canales navegables y una buena dosis de buen comer (y beber, que no somos de piedra). Y sí, hay muchos pueblos bonitos cerca de Sant Pere Pescador que merecen más que una visita fugaz con prisas y chanclas. Así que si estás por la zona y no sabes por dónde tirar, aquí tienes una ruta sin florituras ni tópicos. Solo sitios que valen la pena.
Los pueblos más bonitos cerca de Sant Pere Pescador
Sant Martí d’Empúries
Este es pequeño, pero matón. Sant Martí d’Empúries es el típico sitio que ves y piensas “¿cómo no he venido antes?”. Tiene ese aire medieval que se mantiene sin parecer un decorado de parque temático. Calles de piedra, vistas al mar y una plaza donde da gusto sentarse a ver pasar la vida.
La iglesia gótica de Sant Martí impone lo justo, sin pasarse de seria. Pero lo que de verdad te vuela la cabeza está a cinco minutos andando: las ruinas grecorromanas de Empúries. Una mezcla de historia con olor a salitre que no encontrarás en muchos sitios.
Sant Martí d’Empúries es uno de los imperdibles pueblos bonitos cerca de Sant Pere Pescador.
Consejo de colega: ve a última hora de la tarde, cuando ya no achicharra el sol y los turistas se han largado.
L’Escala
Aquí la gente viene por las anchoas, pero se queda por todo lo demás. L’Escala es marinera, sí, pero con más vida que muchos pueblos costeros que cierran en invierno y se olvidan de vivir. El centro tiene calles estrechas, fachadas encaladas y ese punto de autenticidad que aún sobrevive.
Si te va la historia, las ruinas de Empúries (otra vez, sí) están justo al lado. Si prefieres playa, tienes para elegir: Montgó para algo más recogido, o Riells si vas con críos o quieres servicios. Y si eres de los que se emocionan con museos pequeños pero bien montados, el Museo de la Anchoa y de la Sal merece una vuelta. Después, pídete unas anchoas con pan con tomate y una caña. No hace falta más.
Ampuriabrava
Esto no es un pueblo normal, es un experimento urbanístico que salió bien. O al menos, diferente. Ampuriabrava tiene más canales que Venecia y más barcos que ideas algunos domingos. Si tienes licencia, aquí puedes alquilar una lancha y jugar a ser rico por un rato.
Y si no, un paseo por los canales también tiene su rollo. Además, la playa es ancha y cómoda, y está bastante mejor cuidada que muchas de la zona. ¿Te va la adrenalina? Pues ponte las botas en el túnel de viento o tírate en paracaídas. ¿Que no? Pues a la terraza a ver cómo los demás hacen el loco mientras tú te tomas algo fresco.
Castelló d’Empúries
Otro de los pueblos bonitos cerca de Sant Pere Pescador que te quiero recomendar es Castelló d’Empúries. Aquí entras y te huele a historia. Pero historia de la buena, con tramas medievales, nobles cabreados y una basílica que bien podría estar en Girona ciudad. La Basílica de Santa María se la conoce como la «catedral del Empordà», y no es por exagerar.
Por fuera impone; por dentro, más. El resto del pueblo acompaña: callejuelas, murallas, algún palacete escondido y hasta el Ecomuseo-Farinera, que te cuenta cómo se hacía harina cuando no existían las panificadoras cutres del súper. Aquí todo va a otro ritmo, y eso se agradece.
Bellcaire d’Empordà
Si pasas por aquí y no te das cuenta, te lo pierdes. Bellcaire no grita para llamar la atención, pero guarda una joya: el castillo de Bellcaire, del siglo XIII, construido por el conde Ponç V de Empúries (nombre elegante para alguien que probablemente no era tan simpático).
El castillo está en ruinas, sí, pero impone igual, con sus vistas del Empordà y ese aire de “aquí pasaron cosas turbias”. El resto del pueblo es tranquilo, casi demasiado, pero si te gusta pasear sin gente y respirar campo, vas servido. Ideal para recargar pilas y bajar pulsaciones.
Cadaqués
Este sí que no necesita presentación. Cadaqués es el típico pueblo que todo el mundo quiere visitar… y con razón. Es bonito a rabiar, con casas blancas, callecitas estrechas y una luz que no es normal (de ahí que Dalí y compañía se colgaran por él). Hablando de Dalí: si no pasas por su casa-museo en Portlligat, te estás dejando lo mejor.
La iglesia de Santa María, en lo alto, da unas vistas tremendas. Y aunque en verano esté petado, sigue teniendo ese punto especial que ni el turismo consigue cargarse del todo. Consejo: madruga o ven en temporada baja.