Pueblos bonitos cerca de Aranjuez

Pueblos bonitos cerca de Aranjuez

Aranjuez está en el sur de la Comunidad de Madrid, justo al borde con Castilla-La Mancha. Sí, tiene su palacio, sus jardines y los fresones, pero si te quedas solo con eso, te estás perdiendo lo mejor. Desde aquí, en menos de una hora, puedes plantarte en pueblos que mezclan historia, arquitectura curiosa y buena comida sin postureo.

La gracia de moverse desde Aranjuez es que en poco tiempo te plantas en sitios que aún conservan su esencia. Nada de escaparates para turistas. Calles empedradas, plazas tranquilas y castillos olvidados por Instagram, pero que valen la pena. Además, no son solo bonitos: han visto pasar reyes, batallas y rezos en latín. Si tienes una tarde libre, ya tienes plan.

Sumérgete en los pueblos bonitos cerca de Aranjuez que te enamorarán a primera vista

Chinchón

La Plaza Mayor de Chinchón es una de esas joyas raras que no te esperas. Irregular, con balcones verdes de madera, y aún se usa para fiestas taurinas. Lo suyo es sentarse ahí, pedir algo y mirar. Solo eso.

Mientras paseas, te vas topando con cosas sin buscarlas: la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción con un Goya dentro, el castillo medio en ruinas (pero bien fotogénico), y el Teatro Lope de Vega, que casi nadie menciona pero es una joyita. Si pillas el mercado medieval, mejor aún. Chinchón tiene ese rollo de pueblo que no se esfuerza en gustarte, pero lo consigue igual.

Ocaña

A 15 minutos de Aranjuez, otro de los pueblos bonitos cerca de Aranjuez es Ocaña. Este precioso pueblo te recibe con una plaza porticada que parece decorado de película de época. Grande, bien conservada y con buena acústica, según comprobamos con una banda tocando en vivo.

Pero la cosa no queda ahí. Está la Fuente Grande, un despliegue de caños renacentistas (48, ni más ni menos) y al lado, el convento y la iglesia que te arreglan una mañana de paseo tranquilo. Si te va el rollo histórico, aquí hubo batalla durante la Guerra de la Independencia y tienen rutas para contártelo bien. Ocaña tiene personalidad, aunque nadie hable de él. Mejor, más sitio para ti.

Yepes

Yepes es de esos pueblos que pasan bajo el radar, pero que sorprenden cuando entras. Una muralla, la Puerta de Toledo como bienvenida, y dentro, calles estrechas que no dan pereza.

Destaca la Colegiata de San Benito Abad, que no te esperas en un pueblo pequeño. También está la ermita del Cristo de la Vera Cruz, perfecta para caminar entre viñedos. Aquí todo tiene historia sin ponerse pesado. Se dice que de aquí salió lo de “poner una pica en Flandes” —dato debatido pero interesante. Comimos en un sitio familiar donde nos trataron como si fuéramos del pueblo. Así da gusto.

Tarancón

Uno de los recomendados pueblos bonitos cerca de Aranjuez es Tarancón. Es más grande que Yepes, sí, pero Tarancón mezcla lo rural con algo de vida urbana sin ponerse pesado. El centro se camina fácil. Empezamos por la Iglesia de la Asunción, que impone desde lejos. Luego, la ermita de Riánsares, a las afueras, combina arte religioso con paisajes que piden foto.

La sorpresa fue el Museo Casa Parada, con arte contemporáneo y expos temporales. ¿En Tarancón? Pues sí, y muy bien. Y en tema comida: el morteruelo casero aún lo recordamos. Ideal si quieres algo más movido, pero sin complicarte con grandes distancias.

Úcles

Desde que te acercas, el Monasterio de Úcles ya te deja claro quién manda. Lo llaman “El Escorial de La Mancha” y no es solo marketing: claustro, iglesia, escaleras monumentales… todo cuidado al detalle. Fue la sede de la Orden de Santiago, así que historia no falta.

Sube al castillo, en ruinas pero con vistas para quedarte callado un rato. Luego, paseíto por el pueblo: calles limpias, casas blancas y silencio. No hay mucho más, pero lo que hay, basta. Rutas de senderismo, viñedos, atardeceres… de los pueblos bonitos cerca de Aranjuez más impactantes, aunque pocos lo pongan en su lista.

Arganda del Rey

Está más cerca de Madrid, pero todavía guarda rincones con sabor. El centro tiene su rollo, con callecitas estrechas y sitios tranquilos. Arranca con la Iglesia de San Juan Bautista y sigue al Museo Casa del Rey, donde aprendes algo sin dormirte.

Lo que nos flipó fue el Tren de Arganda, que pasa “por donde pasaba antes” y que solo funciona algunos días. Si te gusta lo ferroviario o vas con peques, es planazo. Y ojo a las bodegas: en la Cooperativa Vinícola probamos vinos locales mientras nos contaban el proceso sin florituras. Arganda combina historia y modernidad, sin querer ser ni una cosa ni la otra.