Girona, la provincia donde se esconde Playa de Aro, es de esas zonas que no necesitan hacer mucho ruido para enamorar. Al norte de Cataluña, toca Francia por arriba y se riega con Mediterráneo por el este. Tiene mar, montaña, buena comida y pueblos que no se han dejado domesticar del todo por el turismo. Lo mejor de todo es que está llena de rincones donde parece que el tiempo va a su bola.
En la costa, las calas son pequeñas joyas escondidas, y en el interior, los pueblos medievales aún conservan piedras que podrían contarte historias si pudieran hablar. Aquí no hace falta ir con prisas. Te sientas en una plaza, pides algo fresco, y el resto del día se va resolviendo solo. En este artículo vamos a recorrer los pueblos bonitos cerca de Playa de Aro. Algunos están tan cerca que podrías ir en bici (si te van las cuestas), otros están un poco más metidos en el interior, pero todos tienen su punto.
Explora los pueblos bonitos cerca de Playa de Aro llenos de encanto
Castell d’Aro
Castell d’Aro es el hermano mayor y más formal de Playa de Aro. Aquí se respira calma y piedra vieja. El centro histórico está muy bien conservado, casi demasiado. El protagonista absoluto es el Castillo de Benedormiens, del siglo XI, que parece sacado de una peli de caballeros. Hoy se usa para exposiciones, así que puedes entrar sin armadura.
Al lado está la Iglesia de Santa María, que impone con su fachada gótica. Pero lo mejor de este pueblo es perderse por sus calles estrechas, llenas de casas con persianas verdes, gatos en las ventanas y ese silencio raro que solo tienen los sitios auténticos. Si vas en verano, coincidirás con mercados medievales, ferias o conciertos que le dan algo de chispa al ambiente.
Y lo mejor: estás a cinco minutos de Playa de Aro, pero parece otro planeta. Sin duda, uno de los pueblos bonitos cerca de Playa de Aro que hay que ver con calma.
Calonge
Calonge tiene dos caras: la de pueblo medieval y la de costa con calas que parecen sacadas de un catálogo. En el centro está el imponente Castillo de Calonge, que lleva ahí desde el siglo VIII, aguantando guerras, bodas y seguramente algún botellón en épocas modernas. Hoy acoge eventos y ferias literarias (sí, aquí se lee).
Las callejuelas del centro histórico son una maravilla. Puedes recorrerlas en media hora, pero es mejor tomárselo con calma, parar a tomar algo en una terraza y curiosear alguna galería. El rollo es tranquilo, pero no aburrido.
Y si te apetece remojarte los pies, solo tienes que bajar a Sant Antoni de Calonge, que es su parte playera. Playas amplias, calas escondidas como Ses Torretes y buenos sitios donde comer pescado sin que te arruines. Un planazo completo para pasar el día.
Palamós
Aquí ya entramos en terreno serio. Palamós tiene puerto, historia, playas y camareros que te cuentan anécdotas sin pedirlas. El Museo de la Pesca es visita obligada: pequeño pero muy bien montado. Y si pillas la subasta de pescado en la lonja por la tarde, mejor. Es un espectáculo en sí mismo.
Nos encanta subir al Castillo de Sant Esteve de Mar. Está en ruinas, sí, pero las vistas al Mediterráneo lo compensan todo. Y la caminata es suave, ideal para bajar la comida. Porque claro, en Palamós se come. Y bien. El arroz con gambas es religión, y en los bares del centro puedes probarlas sin pagar como un turista despistado.
No te vayas sin pasar por la Fosca, una playa amplia, limpia y con chiringuitos donde no hay que pelearse por una sombrilla. Palamós lo tiene todo: mar, historia y buena vida. Otro de esos pueblos bonitos cerca de Playa de Aro que merece al menos una tarde entera.
Llagostera
Llagostera suena a interior y así es. Aquí no hay playa, pero sí mucho rollo medieval. El pueblo conserva parte de las antiguas murallas y restos del Castillo de Llagostera, que aún dejan ver su poderío aunque ya esté más en plan ruina digna.
Lo mejor es pasear por el casco antiguo sin mapa. Vas encontrando plazas pequeñas, bares con terraza y algún que otro mural callejero que le da un aire moderno sin pasarse. La Iglesia de Sant Feliu también merece una visita, sobre todo por fuera.
Pero el gran plus de Llagostera es su entorno. Está rodeado por las Gavarres, así que si te mola el senderismo o la bici, este es tu sitio. Hay rutas señalizadas, bosques densos y caminos donde no te cruzas con nadie (ideal para desconectar o para perderte sin que nadie te juzgue). Una parada diferente entre los pueblos bonitos cerca de Playa de Aro.
Cassà de la Selva
Cassà no va de castillos ni de playas. Va de corcho. Sí, como lo oyes. Aquí el corcho ha sido la vida del pueblo durante generaciones. Y aunque eso suene a poco, lo cierto es que tiene su encanto.
El centro tiene edificios modernistas que sorprenden, como Can Nadal o Can Trinxeria, y una Iglesia de Sant Martí que impone con su mezcla de estilos. Si te interesa el rollo industrial, la antigua estación del Carrilet es parada obligada. Te explica cómo se movía la gente antes de que todo fueran coches y autovías.
Pero lo mejor de Cassà está en los alrededores: caminos rurales, masías escondidas, y bosques que huelen a pino y a campo. Ideal para una escapada tranquila, sin prisas. A veces nos va bien alejarnos del mar y pisar tierra firme, y este es uno de esos pueblos bonitos cerca de Playa de Aro que te da justo eso: una dosis de autenticidad.