La provincia de Zaragoza no tiene playa, pero tiene lo suyo. En lugar de chiringuitos con reguetón, aquí hay castillos que parecen salidos de una peli de espadas, pueblos donde el reloj va a su bola y unas cuantas historias que mezclan vírgenes, brujas y señores que vivían en casas con escudo. Y en medio de todo eso está Tarazona, que es una joya medio mora, medio cristiana, con una catedral que no te esperas y unas vistas que te hacen parar el coche aunque vayas tarde.
Pero no vengas solo por Tarazona. Aquí lo que mola es pillar el coche y perderte por los alrededores. Porque sí, los pueblos bonitos cerca de Tarazona son como esos bares que parecen cutres desde fuera, pero te sirven la mejor tapa de la comarca. Aquí no hay filtros de Instagram, pero sí castillos, callejones con historia y abuelas que te saludan como si fueras de la familia.
Los Pueblos más bonitos de Tarazona
Trasmoz
Trasmoz es ese colega raro que te cae bien aunque no entiendas muy bien por qué. Tiene pinta de haber visto cosas. Y lo cierto es que las ha visto. Es el único pueblo de Aragón que sigue oficialmente excomulgado, y eso ya debería darte una pista de por dónde van los tiros.
Aquí lo más bestia es el Castillo de Trasmoz, una mole de piedra en lo alto del cerro con unas vistas que quitan el hipo. Dentro está el Museo de la Brujería, donde puedes ver desde calderos hasta muñecos con alfileres. Todo muy sutil. Dicen que aquí hacían aquelarres, que hubo hechiceras y que la Iglesia nunca le perdonó al pueblo tanta chulería.
Pero más allá del castillo, el pueblo tiene su gracia. Calles estrechas, fachadas que aguantan el tipo como pueden y una feria de brujas que cada año llena esto de frikis y curiosos. Bécquer se pasó por aquí y se quedó flipando. No es para menos. Trasmoz es pequeño, sí, pero no se achanta. Es uno de los pueblos bonitos cerca de Tarazona que merece más que una foto rápida.
Ágreda
Ágreda es el pueblo que te pone en modo historia sin que te des cuenta. A simple vista parece uno de esos lugares tranquilos donde nunca pasa nada, pero cuando rascas un poco… sale todo. Le llaman la Villa de las Tres Culturas porque aquí convivieron cristianos, judíos y musulmanes sin tirarse los trastos a la cabeza (al menos durante un tiempo).
Lo primero que salta a la vista es su puerta califal, una joyita de la época islámica que sigue plantada como si no fuera con ella el paso de los siglos. Luego tienes el Palacio de los Castejones, que parece de cuento por fuera, y por dentro guarda unos jardines que no tienen nada que envidiar a los de Versalles, salvando las distancias.
¿Más cosas? El Torreón de la Muela, que no es ninguna muela sino una torre con vistas espectaculares. Y si te va el rollo tranquilo, date una vuelta por las huertas moriscas o el Parque de la Dehesa, que es donde los del pueblo van a estirar las piernas sin hacer demasiado esfuerzo. Ágreda no grita, pero tiene mucho que contar. Otro más para la lista de pueblos bonitos cerca de Tarazona que merece una parada seria.
Tudela
Tudela es la ciudad que juega en otra liga, pero sin perder el rollo de pueblo con alma. Está en Navarra, pero queda tan cerca de Tarazona que ni se nota el cambio. Y sí, aquí la gente come bien, vive bien y tiene esa cosa navarra de no andarse con tonterías.
Lo primero que tienes que ver es la Catedral de Santa María, que está construida sobre una antigua mezquita. Lo dicho: aquí las religiones se van pasando el testigo como si fuera un partido de relevos. Dentro hay arte románico, gótico y hasta un claustro que parece sacado de una peli medieval con presupuesto.
Después, baja a la Plaza de los Fueros. Siempre hay movimiento, bares con terraza, gente de tertulia y un ambientazo que no se fabrica, simplemente está. No te pierdas un paseo por la judería ni los palacetes que hay desperdigados por el casco antiguo. Y si te entra hambre, que lo hará, tira de la carta de verduras: la alcachofa de Tudela debería tener su propio monumento.
Tudela no es solo uno de los pueblos bonitos cerca de Tarazona, es también el sitio donde vas a acabar pidiendo postre aunque no te quede hueco.
Ólvega
Ólvega es de esos sitios que no hacen mucho ruido, pero cuando llegas te preguntas por qué narices no habías ido antes. Está en plena montaña soriana, con el Moncayo vigilando desde arriba como si fuera el jefe del lugar.
Aquí todo gira en torno a la Iglesia de Santa María la Mayor, que es gótica y tiene un retablo que merece más visitas de las que recibe. No es de los que se anuncian a bombo y platillo, pero te deja buen sabor de boca. Luego están las ermitas: la de San Roque y, sobre todo, la de Olmacedo, donde dicen que la virgen hizo milagros o al menos movidas raras.
El plan bueno en Ólvega es calzarte unas botas y tirarte al monte. Desde aquí salen rutas hacia el Parque Natural del Moncayo, que está a tiro de piedra. Si no te va lo de sudar la camiseta, también puedes limitarte a tomarte una caña en el pueblo y disfrutar del fresquito. De un modo u otro, es otro de esos pueblos bonitos cerca de Tarazona donde te apetece quedarte un rato más.
Magaña
Magaña no tiene ni cien habitantes fijos, pero tiene lo que muchos pueblos más grandes envidiarían: un castillo en condiciones. Y no uno cualquiera. El Castillo de Magaña es una mole del siglo XV que domina el valle como diciendo “aquí mando yo”. Subir hasta él ya te da la sensación de estar en otro siglo.
El castillo ha visto de todo: guerras, nobles con mala leche, y ahora turistas con móvil en mano. Desde lo alto, el panorama es de postal. Justo debajo, en una roca, está la Ermita de la Virgen de Barruso, que parece excavada por topos con fe. Es tan peculiar que te hace parar aunque vayas con prisa.
El resto del pueblo son cuatro calles con casas de piedra, tranquilidad total y un ritmo que va más lento que un lunes por la mañana. Ideal si necesitas desconectar o esconderte del mundo un par de días. Otro clásico infravalorado entre los pueblos bonitos cerca de Tarazona.